No sé si te habrás fijado, pero cuánto más sonríes a lo largo del día, mayor es tu optimismo y positividad y por ende, atraes más “cosas buenas”. Muchas veces no sabemos cuánto nos puede ayudar una sonrisa en el día a día.
La energía existe, es algo que está entre nosotros y según seamos podemos atraer la positiva o negativa. Si somos optimistas, no nos rendiremos antes las adversidades y siempre propondremos soluciones frente a éstas, atrayendo así, energía positiva. De lo contrario, si nos obcecamos en ver lo malo de las cosas, entonces hablaremos de energía negativa.
Para que una empresa o persona tenga éxito, es necesario tener energía positiva, manejar las dificultades y poner soluciones evitando los obstáculos, lo que no quiere decir que no haya obstáculos, siempre los hay, pero nosotros somos los que decidimos dónde poner el foco, si en esos obstáculos o en la solución para superarlo. Te animo a que pruebes esto, cuando te encuentres con una dificultad, bien en tu empresa o en tu vida personal, no te centres en lo que ha pasado sino en la solución o aprendizaje positivo que te pueden llevar.
Puede que pienses que esto no es tan fácil, y es cierto, no obstante, es cuestión de ACTITUD. Es muy importante que tengas una ACTITUD POSITIVA y OPTIMISTA para que emerja lo “positivo” de algo, que en un principio, no lo parece.
Aquí te dejo unas pautas que seguro te ayudarán a encontrar el lado positivo de las cosas cuando te encuentres con una dificultad:
Obstáculos y dificultades, con ello tenemos que convivir. Por ello, FOCALIZA en lo POSITIVO, con una SONRISA y siempre PENSANDO QUE SÍ HAY SOLUCIÓN, por tanto, si hay solución, el obstáculo o dificultad no lo es tanto.
Dejo la siguiente frase para tu reflexión, ¡disfrútala!:
“La vida tiene su lado sombrío y su lado brillante; de nosotros depende elegir el que más nos plazca.” Samuel Smiles
Cristina González Manzano
Cada uno entiende la felicidad de diferentes formas. Para unos, la felicidad es tener mucho dinero para comprarse todos los caprichos que desea, para otros es tener salud, para otros tener amor, para otros tener una familia numerosa, etc. Sin embargo, lo que todas estas formas de felicidad tienen en común es el concepto, el concepto de sonreír cada día y disfrutar de la vida sin importar la forma en que seamos felices.
En la felicidad influyen directamente los pensamientos. Existen diferentes clasificaciones de pensamientos, sin embargo, vamos a centrarnos en una muy sencilla y clarificadora.
Diferenciamos los pensamientos en 4: los necesarios, los positivos, los inútiles y los negativos. Los necesarios son los que tenemos en el día a día como “¿qué desayuno hoy?” “¿qué hago después del trabajo”. Los positivos son los que nos ayudan a salir de situaciones difíciles. Esto no significa que dejemos de ver con claridad sino que somos capaces de ver la “mejor cara” de lo que nos ha sucedido. Por otro lado están los pensamientos inútiles, éstos no son ni constructivos ni negativos, aunque es cierto que aminoran nuestras fuerzas si son continuos.
Además, tienen la característica de que son pensamientos del pasado y del futuro pero no se centran en el presente. Por ejemplo “¿por qué no lo hice…? ¿Qué haré cuando…?”. Y por último están los pensamientos negativos. Éstos son los más perjudiciales, tanto para nosotros mismos como para la gente que nos rodea. Estos pensamientos se basan en el rencor, la ira, celos, insatisfacciones… y son nuestros mayores saboteadores.
Otra clasificación de pensamientos.
En muchas ocasiones a lo largo del día nos cuenta sonreír, ser positivos y mirar las cosas con optimismo pues pensamos que son circunstancias externas a nosotros las que nos hacen sentir malestar y no podemos hacer nada contra ellas. Pues bien, la realidad es que sí que depende de nosotros y podemos actuar frente a esas circunstancias.
Veamos un ejemplo: El jefe de Ana le ha dicho que el informe que le remitió no estaba correcto, ni en el formato ni en los contenidos. El tono que emplea su jefe es normal, en ningún momento eleva la voz. Opciones que tiene Ana (entre otras):
– Opción 1: Decirse “me ha jorobado el día” “no le soporto” “siempre está igual” “me regaña educadamente y no me dice cómo hacerlo bien”
– Opción 2: Preguntarse “¿por qué me dirá que está incorrecto el informe?” “¿cómo lo puedo mejorar para la próxima?” “quiero aprender a hacerlo mejor” “voy a preguntarle cómo lo quiere”
– Opción 3: Decirse “esto ha sido el empujón que necesitaba para hacer lo que yo realmente quiero” “quiero salir de aquí y hacer otras cosas diferentes que sí que me gusten y con las que disfrute”
¿Qué opción tomarías tú si fueras Ana? ¿Qué opción sueles tomar cuando te sucede algo parecido?
La primera opción es la que muchos de nosotros escogeríamos. Sin embargo, que te parece si a partir de ahora optas por opciones como la 2 o la 3. Nosotros somos quienes tenemos la llave de nuestros estados de ánimo. Pensar en positivo, mirando así las cosas desde un punto de vista optimista es una de las mejores claves para afrontar del día a día y ser feliz. Cada cosa que nos suceda, verla con otros ojos, desde la perspectiva del aprendizaje y del “¿qué parte positiva tiene esto?” “¿qué puedo aprender?”, empleando los pensamientos positivos. Es normal que haya cosas que de primeras te enfaden, pero una vez pasados los primeros momentos, puedes relajarte y pensar desde este otro punto de vista, poniendo el foco en lo “bueno” o “positivo” de lo que te ha sucedido.
Te dejo esta bonita frase que me envió una amiga y guardé en mi cajón de perlas:
Cristina González Manzano
En esta vida tenemos que ser felices haciendo lo que realmente nos gusta o apasiona, y cómo trabajar es necesario para vivir, qué mejor que “intentar” (y lo pongo entre comillas porque no se trata de intentar sino de hacer) formarse para desarrollar la profesión con la que nos sintamos felices.
Un profesor que tuve de física y química en el instituto, siempre nos decía: “si quieres ser carpintero, ¡estupendo!, pero quiere ser el mejor carpintero del mundo, esfuérzate por hacerlo cada día mejor, por aprender las nuevas técnicas, busca crecer…” Esta frase se me quedó grabada. La misión era descubrir dónde quería llegar y luego, luchar por ese sueño.
Ahora, muchos pensaréis cosas como: “claro, pero según está el mercado, a mí me encantaría, pero no me contratan de lo que me gustaría…”. Y sí, estoy de acuerdo, en muchos casos las personas no tienen las oportunidades que merecen. No obstante, si nos empeñamos en algo y luchamos por conseguirlo día tras día y año tras año, lo conseguiremos. Y esto nadie me lo quitará de la cabeza, porque nadie dijo que esto fuera fácil pero tampoco nadie dijo que fuera imposible. Que lloraremos, sí, que echaremos pestes por la boca en muchos momentos, quizás, pero lo más importante, ser positivos e insistir sin cesar hasta conseguirlo. Y para ello… un PLAN DE ACCIÓN, no hay objetivos logrados sin esto.
Una vez tenemos el plan de acción diseñado, hay que ponerse manos a la obra, y es entonces cuando tenemos que tener en cuenta lo siguiente:
1. Cada día seguiré los pasos marcados “estrictamente”, es decir, siempre seré flexible. No obstante, las tareas marcadas las realizaré, y si un día dejé una por hacer, ésta será hecha al día siguiente sin falta.
2. Evitaré cualquier situación que me desvíe de mi objetivo. Puntualmente no pasa nada, pero es importante centrarse y saber qué cosas pueden hacer que no llegue a la meta.
3. El día que me levante sin fuerzas y desmotivado, cerraré por un momento los ojos y pensaré en lo que ya he logrado y en lo que sé que voy a lograr. Lo visualizaré y me diré “lo voy a conseguir porque yo puedo con esto y con más”. Hacerlo tantas veces como nos sea necesario hasta sentirnos mejor y con más fuerza.
4. Llega un día en el que siento que no avanzo, que estoy estancado y que tengo que hacer algo diferente. Pues bien, pararemos y revisaremos el plan, quizás haya que modificarlo, cambiar alguna de las acciones, los tiempos, etc.
5. Si hay algo muy fuerte que me saque del mi plan de acción, es importante plantearse hasta qué punto éste es realmente el momento de querer llegar a la meta. Es algo muy común, las personas solemos comenzar a realizar algo sin habernos percatado de si es o no el momento adecuado. Podemos haber analizado todo, pero cuando verdaderamente se descubre si una persona quiere o no y dónde llega su nivel de compromiso, es en la ejecución de las acciones. Y si ahora no es el momento, lo será en un mes, en dos, en un año o nunca… quién sabe. Y recuerda, si nunca se llegara a ejecutar el plan de acción, podemos aprender mucho de ello, ¿no crees?.
En nosotros está lograr nuestro sueño, objetivo o meta, como queramos llamarlo, lo que sí es más que indispensable es querer lograrlo con todas nuestras fuerzas y con todo nuestro corazón, para que cuando nos pongamos a ejecutar las acciones, lo más importante, tengamos la energía suficiente para aguantar el tiempo necesario y requerido hasta lograrlo. Esto es clave.
Y para este post…maravillosa frase de Robert H. Schuller:
“Un logro espectacular esta siempre precedido por una preparación espectacular.”
Cristina González Manzano
¿Qué es para mí ser flexible?; se trata de ser capaces de adaptarnos a los contratiempos o a las circunstancias que van surgiendo sin que ello nos afecte negativamente, modificando nuestras acciones para solventar las cuestiones emergentes. Por ello, esta habilidad está íntimamente ligada a la competencia de “adaptación al cambio”. Necesitamos adaptarnos a los cambios para ser flexibles y por qué no, también ser promovedores de ellos.
¿Consideras que eres lo suficientemente flexible?. Esta habilidad es algo que sirve para todos, para los emprendedores, para los que busquen empleo, para los que tienen trabajo, etc. Ser flexibles nos hace ser más empleables y mejores profesionales.
Beneficios de “Ser flexible”:
– Adaptamos rápidamente a nuevos entornos de trabajo, de proyectos, de equipo… Estaremos tranquilos y sabremos que podemos manejarlo.
– Es una gran habilidad buscada entre los empleados y candidatos potenciales a un empleo. Puede significar también tener disponibilidad de movilidad geográfica o ser capaces de responder una pregunta puntual de nuestro jef@ en horario fuera de la oficina. Y matizo, “puntual”, personalmente siempre abogo por la conciliación laboral y personal.
– Aprender a valorar “cosas pequeñas”. En ocasiones existen cosas en nuestras vidas que pasan desapercibidas y que solo cuando viene un cambio nos damos cuenta de que estaban ahí. Por esto, es importante aprender a valorar cada cosa que tenemos y darle el valor que merece.
– Adaptarnos a nuevos roles que puedan surgir, bien en nuestro puesto de trabajo, en nuestra propia empresa o en nuestra vida diaria. Esto hace que el estrés se reduzca, pues sabremos y sentiremos que podemos adaptarnos a las nuevas circunstancias.
– Mejorar cada día. Tener esta habilidad y deseo es muy importante también para mejorar nuestra flexibilidad. Cada día hay cosas nuevas por hacer y aprender y qué mejor manera de flexibilizarnos que proponernos aprender cada día algo nuevo. ¿Te animas?.
– Aumentar la posibilidad de tener nuevas oportunidades. Si somos flexibles y nos atrevemos a cambiar, optaremos a nuevas y mayores opciones que nos abrirán puertas, tanto en lo personal como en lo profesional.
Cómo mejorar esta habilidad:
Al igual que cualquier habilidad o competencia, todo se puede mejorar y/o aprender. Para ello, te dejo algunas recomendaciones:
– Un cambio de actitud. Para realizar cualquier cambio en nuestras habilidades, es muy importante tomar conciencia de la necesidad de mejora. Para saber esto, puedes responder a las siguientes preguntas:
Una vez analizado brevemente tu grado de flexibilidad valora y hazte consciente del grado en el que puedes mejorar.
– Las nuevas tecnologías son una gran ayuda. Si teletrabajamos o si tenemos que ausentarnos de nuestro trabajo, con ella siempre podemos estar pendientes para dar respuesta.
– Otro punto con el que podemos ser más flexibles es promoviendo cambios. Solemos estar acostumbrados a que nos digan cómo tenemos que hacer las cosas y a veces no tenemos tiempo, o no lo encontramos, para proponer nuevas formas de hacer, nuevos planteamientos o estrategias. Pues bien, ahora es el momento, para que las cosas cambien, muchas veces, lo primero que tenemos que hacer es cambiar nosotros mismos, y una opción es proponer o plantear alternativas a cómo se están haciendo las cosas hasta el momento. ¡Pruébalo!
Para concluir, nada mejor que esta reflexiva y bonita frase:
“Las ramas rígidas se rompen, las flexibles permanecen”
Cristina González Manzano
Creo que dentro de cada uno de nosotros hoy se produce una gran ambivalencia. Por un lado, nos parece que esto de la Covid-19 empezó ayer o a lo sumo el mes pasado y, por otro, cuando vemos que dentro de muy poco cumpli
remos un año con el virus como acompañante en prácticamente todos nuestros actos y como modificador de hábitos y realidades. Al principio de todo esto hubo una gran emocionalidad en las empresas. Se mezclaba el miedo, especialmente al ser portador y contagiar a los seres queridos y a los no queridos, y valga el juego de palabras, aunque sin quererlo. Como todo era incertidumbre, faltaba lo esencial para la protección e incluso por semanas no sabíamos ni cómo protegernos, pero el lema era resistir (por piedad no pondremos a sonar la canción). En muchos sectores hasta se descubrió el sentido del trabajo que uno hacía y cuál era su importancia para las personas, el barrio, la comunidad, etc. Eso fue muy bueno pero muy frágil; el trabajo tenía, junto con las muchas horas que pasábamos en él, un significado, un sentido e incluso los clientes nos lo reconocían y la sociedad nos aplaudía a diario. Todo funcionaba de una manera heroica, heroicamente no subíamos al bus para ir a trabajar, hacíamos nuestra tarea y lo hacíamos más allá del cumplimiento de nuestro deber, nos sobre esforzábamos otra vez heroicamente, por lealtad al equipo y veíamos los esfuerzos que nuestros jefes y empresas hacían por protegernos como un elemento aglutinante de nuestra cultura empresarial… agradecíamos y admirábamos por igual, especialmente a los compis que les tocaba estar en contacto con el público, algunos se ponían heroicamente a su lado y otros los apoyaban heroicamente desde los servicios centrales, sin que ello significara menos esfuerzo o riesgo. Pero los vientos están cambiando… ahora ya sabemos o creemos saber, como cuidarnos del contagio, los elementos de protección no faltan, estamos abandonando la etapa heroica para entrar en una etapa distinta, la racional, dónde comenzamos a cuestionar si lo que se está haciendo es lo correcto, si es bueno volver a clases, si los gobiernos saben que hacer y además a pesar de saberlo, lo hacen y aseguran su cumplimiento, si las medidas que tomamos en las compañías son las adecuadas y así un largo etcétera.
Aquellos equipos de resultados sorprendentes, en lo que todos daban lo mejor de sí mismos, que eran una verdadera piña (hubiéramos aceptado gustosamente hacer y cumplir alguna promesa a los Dioses porque aquello siguiera eternamente) pero no … lentamente están volviendo a su desigual normalidad. Los unos vuelven a ser los unos, y los otros también. Analizando esto desde el punto de vista del liderazgo, implica un cambio de estilo en el líder o en los referentes, ya no podemos liderar “heroicamente a héroes” si no que tal vez llega el momento de reforzar normas, estándares de desempeño, procesos y procedimientos. En materia de protección, todo lo que es humanamente conocido que podemos hacer se está haciendo, no es posible que se planteen cuestiones allí. En cuanto al resto, ¿no creen que es un buen momento para recordarles a nuestros equipos nuestras expectativas, es decir que esperamos que ellos hagan y de que manera y les hagamos ver el rol de cada uno en “La Remontada”?
Están cambiando los vientos, hora de ajustar las velas.
Está cambiando el contexto, hora de cambiar de estilo de liderazgo.
Roberto Angrehs
El feedback o retroalimentación consiste en dar u ofrecer información sobre una acción, tarea o comportamiento que realizar una persona. Podemos decir que se trata de comunicar de forma verbal y/o no verbal a otra persona, detalles de su conducta y cómo ésta nos afecta. Incluye un componente perceptivo, lo que yo observo en la conducta del otro y un componente emocional, qué sentimientos provoca en mí lo que observo. Dar feedback es probablemente uno de los puntos más delicados, ya que, de cómo la otra persona lo perciba, dependerá en gran medida que tome decisiones de cambio. Y como la otra persona lo perciba depende de cómo nosotros lo planteemos.
– Trazar un plan: Reflexionar sobre el feedback que vas a dar y luego, proporcionarlo con ejemplos claros y habiendo pensado previamente en una solución. Ser flexible ante las necesidades del otro. Por ejemplo, antes de decir a la persona cómo lo está haciendo, debemos de tener ejemplos claros sobre el por qué le decimos eso. Si una persona es muy organizada y se lo decimos, es porque observamos que cada vez que coloca su mesa, se preocupa de no dejar ningún papel tirado o información sensible a la vista, etc.
– Ser específico: Saber concretamente que ha sucedido y usar ejemplos claros e inteligibles cuyo significado no haya que adivinar. Como hemos explicado antes, hay que dar ejemplos concretos.
– Centrarse en las conductas: centrarse en comportamientos específicos que puedan observarse y medirse. Siguiendo con el primer ejemplo que pusimos, si una persona es organizada lo podemos medir y observar.
– Tiempo y lugar: Es clave dar esta retroalimentación en un ambiente de confianza, tranquilidad y en un espacio donde nadie nos pueda molestar. Tenemos que buscarlo, quizás al final del día o en algún descanso.
– Retroalimentación equilibrada: Se refiere al equilibrio que debe existir entre las cosas positivas que le decimos a la persona y las cosas que tiene que cambiar o mejorar. Tenemos que decir tanto unas como otras.
– Técnicas efectivas: Ir al grano a la hora de abordar cuestiones, establecer contacto visual, centrarse en un único tema importante.
– Técnicas de escucha: Animar al otro a hablar y escuchar de verdad lo que el otro dice, es decir, principalmente: no interrumpirle, evitar juicios y críticas negativas, asentir cuando la persona está hablando, mirar a los ojos y mantener una postura abierta y receptiva.
Y para finalizar este post, una frase Og Mandino que nos hace reflexionar…:
Cristina González Manzano
Y como lo prometido es deuda, vamos a seguir con la explicación del método GTD. Ya hablamos de las fases 1, 2 y 3 y seguimos con las dos últimas:
Aquí hablamos de la periodicidad con la que hay que revisar cada carpeta. Si nos ponemos estrictos, se trataría de revisar todas las carpetas todos los días, pero sería suficiente con llevar a cabo la siguiente revisión:
Pongámonos manos a la obra. ¡Es hora de comenzar a trabajar! Y para ello David Allen nos expone algunas claves antes de comenzar a elegir qué hacemos primero. Recuerda, comenzamos por la lista de PRÓXIMO. Y para seleccionar, lo haremos según los siguientes parámetros:
a) Contexto. David Allen sugiere agrupar las tareas por contexto. Ejemplo: si tengo que enviar varios mails, agruparlos y enviarlos todos juntos.
b) Tiempo disponible. Debemos seleccionar tareas que se puedan finalizar en el tiempo que tenemos para no dejarlas a medias. Si son tareas muy largas, podemos dividirlas por partes.
c) Energía. Esto es un tanto novedoso. Hasta la llegada de este método no se había contemplado explícitamente. A la hora de seleccionar una tarea, no es lo mismo que sea lunes o martes o que sea viernes por la tarde. Importante buscar acciones con las que nos sintamos cómodos según la energía que tengamos en ese momento.
d) Prioridad. Para priorizar se pueden emplear varias metodologías. David Allen sugiere apoyarnos en la matriz o método de Eisenhower, que nos habla de la importancia y la urgencia. A mí también me gusta mucho la matriz de prioridades Impacto vs esfuerzo o dificultad. Ésta última no es demasiado conocida pero una vez que la pones en práctica te encantará, pues te ayuda en los momentos en los que tienes todas las tareas en URGENTE (“son para ya”) e IMPORTANTE en la matriz de Eisenhower y te encuentras bloqueado. Entonces, coges esas tareas y las colocas en esta otra matriz, según el impacto de la tarea y el esfuerzo que te conlleve hacerla en función de su dificultad, es decir, hablamos de tardar más o menos tiempo en concluir dicha tarea. Por tanto, las tareas que coloques en el cuadrante de “baja dificultad”, pero “alto impacto” serán las que hagas primero. Y, en segundo lugar, las que coloques en el cuadrante de “alta dificultad” y “alto impacto”. Las demás tareas colocadas en los otros dos cuadrantes, las realizarás en 3º y 4º lugar en función de tu energía y tiempo disponible.
Hay multitud de ellas, solo que dependiendo de tu experiencia o no en programas de gestión de proyectos yo te recomendaría unas u otras. Si quieres empezar con una app muy sencillita te sugeriría Todoist o Nirvana. En cambio, si quieres una aplicación más versátil porque ya tengas experiencia en este tipo de herramientas, Trello sin duda es una de mis preferidas. Y ahora sí, ya tienes todos los pasos en tu poder. Solo queda ponerse las pilas y arrancar esta metodología por completo. Los resultados te fascinarán, ¡créeme! Este post lo finalizamos con una preciosa frase de Thomas A. Edison:
Cristina González Manzano
Sabes que, para adquirir un nuevo hábito es importante repetirlo, al menos, durante 21 días. Si superamos este tiempo, se considera que lo hemos interiorizado. Pues bien, ¡esto te propongo! Te voy a contar una metodología fantástica para que mejores en la gestión de tu tiempo y te propongo que lo lleves a la práctica durante al menos, 21 días. Una vez concluidos, valora si te convence o no. Yo te puedo asegurar que los resultados te encantarán. Como explicar toda la metodología en un solo post puede ser algo cansado, lo haremos en dos partes. Así podrás irlo asimilando poco a poco y te será aún más sencillo. En algún momento seguro que has pensado: “yo no puedo con todo esto, es demasiado, ¡no sé ni lo que me falta por hacer ni por dónde empezar!”. Pues bien, te voy a presentar una metodología que te ayudará a organizar tu día y, sobre todo, a no dejar nada el en el tintero. ¿Conoces el método GTD, acrónimo de Getting Things Done? Es una metodología creada por David Allen que nos ayuda a organizar todas las tareas que tenemos que hacer siguiendo 5 pasos. Te voy a tratar de resumir brevemente esta metodología, pero para cualquier duda, siempre puedes contactarme, comprarte el libro y/o consultar videos en Youtube, que hay múltiples y muy interesantes.
Veremos las 3 primeras en este post y las dos últimas en el de próximo mes.
esta fase consiste en anotar en una lista que se llamará INBOX (o como queramos, así nos lo dice el método, pero el nombre de las listas no es determinante, lo importante es seguir los pasos) todas las tareas que tenemos pendientes. Absolutamente todas, debemos de dejar “la mente vacía”. Esta lista será vaciada todos los días como ahora veremos, pero siempre la usaremos, pues será donde anotemos cualquier cosa que nos vaya surgiendo para que tengamos siempre todo controlado.
esta fase tiene algo muy interesante y es “la regla de los dos minutos”. Si una tarea se hace en dos minutos o menos, la hacemos ya, no la dejamos para “luego”. Por ello, cualquier tarea que tenga una duración de dos minutos o menos, se hace inmediatamente y se elimina de la lista. Además, si tenemos tareas que hay que delegar, las delegamos y esas tareas ahora veremos dónde las anotamos para estar pendientes de ellas, porque recuerda, cuando delegamos, no se trata de olvidarnos del tema, hay que darle seguimiento siempre.
Aquí la metodología nos propone establecernos una serie de listas muy interesantes. Ya tenemos la lista de INBOX, la cual vamos a organizar en otras listas y, como hemos dicho, dejaremos vacía. Las listas nuevas que haremos serán:
Y hasta aquí el post de este mes y…
mientras llega el próximo, puedes comenzar con estas tres fases, así te será más fácil ponerlo todo en práctica. ¡A por ello!
Y hoy, para concluir, esta fantástica frase de John Randolph:
Cristina González Manzano